En nuestro país no es novedad que desde hace varias décadas, una alternativa al desempleo de los graduados universitarios sea el de trabajar de profesor para la educación primaria y secundaria sin ser pedagogos, quién no ha escuchado decir: ¡ándate a trabajar de profesor más que sea!. Es así como se ha visto en la enseñanza de los niños y adolescentes una alternativa para trabajar al abogado, ingeniero, médico, sociólogo, etc. desempleado. Para muestra está el alto nivel de profesionales que no son pedagogos que acuden (en estampida) a las convocatorias “Quiero ser Maestro”, nótese aquí la desesperación de los profesionales de otras ciencias en búsqueda de la tan anhelada estabilidad laboral, por ello desean ser “elegibles” y así trabajar dando clases en primaria/secundaria, pero sin jamás haber estudiado un grado o postgrado en ciencias de la educación.
Cada vez que un administrador, ingeniero civil, bioquímico o algún profesional alejado de la pedagogía es nombrado profesor en un establecimiento primario o secundario quien pierde es la sociedad ecuatoriana, pues, se necesita profesionales peritos que manejen las herramientas de la educación impartiendo clases y no aficionados. O acaso Ud. Sr. lector ¿Se imagina a un licenciado en marketing aficionado a la medicina con bata dando consultas médicas en el hospital? o ¿A un pedagogo simpatizante de la ingeniería civil firmando los planos para la apertura de puentes, carreteras y acueductos?… así otros muchos ejemplos más. Algunos dirán que el desempleo de carreras tradicionales saturadas como medicina, derecho, administración y demás ha obligado que estos se dediquen a dar clases, ya que peor es que anden “pateando piedras” sin que puedan llevar el pan a sus hogares.
Todos somos conscientes de lo difícil que es conseguir trabajo en estos tiempos en donde las universidades gradúan al por mayor (granel) a profesionales de todas las ramas del conocimiento, en donde para triunfar en el campo laboral se necesita más de dos carreras universitarias y postgrados (maestría y PhD), sumarle experiencia y andar metido en las campañas políticas para hacerse amigo de algún ministro de turno. El gobierno es el principal responsable de toda esta situación por la cual vemos cada vez más profesionales que no son pedagogos peleándose por un puesto de profesor, ya que los burócratas asesores piensan que basta con capacitar con “programas de actualización continua” a los docentes del magisterio; sin embargo, la pedagogía es una ciencia que se necesita aprender en años y no mediante unos cuantos cursillos que fabrican desde Quito o la dirección zonal.
Si de verdad quienes ostentan el poder político quisieran cambiar la educación, se seguiría el ejemplo de Finlandia en donde para ser profesor es un proceso de formación universitaria que dura años, por lo cual para ser docente de primaria y secundaria en dicho país nórdico es -obligatorio- ser mínimo licenciado en ciencias de la educación. Durante la presidencia de Rafael Correa se creó la Universidad Nacional de Educación (UNAE) en Azogues, pero ¿de que sirvió? si en la actualidad, cualquiera en nuestro país puede postular para ser docente primario/secundario y hasta obtener un nombramiento provisional. En Argentina se apalió este problema hace décadas, dando la opción en las universidades de estudiar un par de años pedagogía y así obtener un título universitario de profesor mientras se estudia una ciencia pura, por ejemplo, se obtiene el título de “químico” y uno de “profesor de química”; pero, en Ecuador las universidades a duras penas pueden con sus tristes proyectos como para embarcarse en programas avanzados de Educación Dual de profesionalización y de profesorado.