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Reconstruir la confianza

febrero 10, 2025
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Reconstruir la confianza

Más allá de los resultados electorales, Ecuador enfrenta un reto mayúsculo: reconstruir la esperanza en un país que ha visto cómo la confianza en sus instituciones se deteriora con cada escándalo de corrupción, con cada promesa incumplida y con cada decisión política que prioriza intereses particulares sobre el bienestar colectivo. La democracia no es solo un sistema de votación; es la base de un contrato social que ha sido golpeado por la inestabilidad política y la falta de respuestas eficaces a las demandas ciudadanas.

El escenario electoral ha reflejado un país polarizado, dividido entre distintas visiones de nación que no logran encontrar consensos mínimos para salir de la crisis. Con los resultados de la primera vuelta, queda claro que ningún candidato logró captar el respaldo mayoritario del electorado, lo que obliga a una segunda vuelta en la que los ecuatorianos deberán decidir quién será el próximo presidente. Sin embargo, más allá de los nombres que disputarán la contienda, el problema de fondo sigue siendo el mismo: la confianza en la democracia y en la institucionalidad está gravemente deteriorada.

En cada proceso electoral, el desencanto de la ciudadanía se hace más evidente. Las cifras de ausentismo, el voto nulo y el voto en blanco reflejan una apatía creciente y una sensación de que, independientemente de quién gane, el país seguirá sumido en la incertidumbre. Esto no es solo responsabilidad de los políticos, sino también de un sistema que ha fallado en representar los intereses de la población y que ha permitido que el Estado sea percibido más como un obstáculo que como un garante del bienestar social.

La segunda vuelta electoral se presenta como una oportunidad para que los candidatos no solo disputen el poder, sino también para que intenten sanar la fractura social que atraviesa el país. No basta con prometer cambios; es necesario recuperar la credibilidad de las instituciones y generar propuestas concretas que atiendan los problemas urgentes de los ecuatorianos. Seguridad, empleo, educación y salud deben estar en el centro del debate, alejándose de la retórica populista y apostando por soluciones reales y sostenibles.

La reconstrucción de la democracia ecuatoriana no depende exclusivamente de quién gane la presidencia, sino de un esfuerzo colectivo para fortalecer el Estado de derecho, garantizar la independencia de los poderes públicos y devolverle a la ciudadanía la certeza de que su voz es escuchada.

Si Ecuador quiere salir de este estado de crisis política y social, debe empezar por recuperar sus valores democráticos, no como un discurso vacío, sino como una práctica real. Solo así se podrá sembrar esperanza en una nación que hoy mira con escepticismo el presente y con incertidumbre el futuro.

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