Los mitos suelen ser asociados con historias no comprobadas o cuestiones paranormales relacionadas a cuentos religiosos. Pero, también existen mitos que no precisamente responden a la religión, ya que hoy los dioses son las ‘marcas y las estrellas de farándula’, y los rituales son el culto a esas empresas/productos e individuos endiosados por las masas. Tal como manifiesta el antropólogo Patricio Guerrero (2010) “la modernidad se vuelve una fuente continua para la creación de nuevos mitos y rituales, y para su rápido consumo, estos mitos y rituales se re-crean, dado el ritmo tan acelerado de la modernidad”.
Gran parte de nuestra cultura ha sido moldeada a través de la influencia de sociedades Europeas y los EE.UU. en especial de este último país, sin darnos cuenta hemos adoptado los patrones de consumo del norte: el mito de la felicidad a través del consumismo materialista. Atrás ha quedado el modus vivendi de nuestros pueblos prehispánicos, incluso en el presente dichos pueblos autóctonos están en peligro y sufren una voraz transculturación que esta por desembocar en la aculturación total. Por tanto, en plena edad contemporánea seguiremos hablando de mitos.
El ecuatoriano promedio prefiere el ‘Vivir Bien’ que el ‘Buen Vivir’, tal vez la causa sea la globalización capitalista, en este punto podríamos hablar sobre cosas como: la compra de ropa a la moda, endeudarse en electrodomésticos “imprescindibles”, desear tener una casa enorme, etc. Mas quiero enfocarme en los autos, debido a que a pesar de que estos han subido de precio, por motivo de las salvaguardas impuestas por el gobierno nacional, la gente aún sigue endeudándose en estos medios de transporte y no precisamente para hacer de estos autos un negocio como son taxis.
En 1973 André Gorz publicó su artículo: La ideología social del automóvil; un fragmento personalmente me llama la atención: “El automovilismo de masa materializa un triunfo absoluto de la ideología burguesa al nivel de la práctica cotidiana: funda y sustenta, en cada quien, la creencia ilusoria de que cada individuo puede prevalecer y beneficiarse a expensas de todos los demás”; lo que dice Gorz concuerda con la aseveración de Roland Barthes (2009) “nuestra sociedad es todavía una sociedad burguesa”. Entonces, podríamos sintetizar que el individuo que adquiere un carro cero kilómetros puede que en lo más profundo de su ser, anhele sentirse como un: pequeño-burgués.
Finalmente, debemos sumar el estatus social que obtiene la persona que compra un auto, y es esa ‘Ansiedad por el Estatus’ (parafraseando a Alain de Botton), lo que ha hecho que varios ecuatorianos busquen el ‘mito de la felicidad del consumismo’; lo cual ha desembocado en deudas y malas inversiones, pues, un carro necesita más que gasolina para rodar. Entonces, dicha felicidad tan esperada con la adquisición del automóvil en el concesionario, se torna en amargura cuando el ciudadano promedio no cuenta con el dinero suficiente para pagar la cuota mensual, o lo que sería peor que ante la ola delictiva el carro caiga en mano de los hampones.