Es cierto que la política es el arte de servir, pero también en mucho de los casos es rechazada por quiénes desconfían del sistema, independientemente si es de izquierda o de derecha. Desde las aproximaciones teóricas clásicas sobre la función de la política, Aristóteles ya nos decía que el ser humano es un “animal político por naturaleza”, cuya actividad fue impulsada para alcanzar sociedades más justas y armoniosas. En cambio, para Maquiavelo la política es concebida como el “arte de mantener el poder”, haciendo énfasis a que los gobernantes deben saber cuándo engañar y cuando ser transparentes con sus decisiones. Para Weber el ejercicio de la política es “meramente práctico”, quiere decir que las funciones de los líderes es dirigir, organizar y controlar la vida social.
Todos estos teóricos clásicos apuntan a que esta disciplina tiene distintas funciones dependiendo de sus lideres y su orientación ideológica. Pero hoy en día, el rol de la política no solo debería ser asumida por los gobernantes, sino también por los jóvenes porque desempeñan un papel fundamental en la transformación y el desarrollo de la sociedad, sin embargo, muchos de ellos sienten desconfianza hacia las instituciones, los partidos y movimientos políticos, su apatía se vuelve latente ante los escándalos de corrupción, falta de oportunidades o la desconexión que tienen con ciertos gobernantes, quiénes “gobiernan para sí mismos, más no para el pueblo”. Estos factores desgastan el interés y la participación política de la juventud poniendo en riesgo la renovación y el fortalecimiento democrático.
Sin embargo, a menudo se considera que los jóvenes no son tomados en cuenta por falta de experiencia y poco interés por la toma de decisiones, por esta razón son relegados de la participación ciudadana y política. Aunque, como joven considero que debemos desmentir estas premisas, porque nuestra participación no solo radica en un proceso electoral, sino también en espacios de diálogo, debates, activismo, voluntariados, difusión de conocimiento y formación política. Por lo tanto, si las alternativas son escasas, debemos crear nuestro propio espacio para lograr el fortalecimiento de nuestras redes de apoyo y, de esta manera, adoptar nuevos roles de liderazgo que se ajusten a las necesidades de todos.
Además, es importante reconocer que la política no debe ser vista como un juego exclusivo de quienes ocupan cargos de poder, sino como un espacio de participación activa y construcción colectiva. Hoy en día, los jóvenes tenemos una perspectiva fresca y auténtica, capaz de desafiar las estructuras tradicionales que muchas veces no responden a las necesidades de las generaciones actuales, por ello, mediante nuestra participación podemos generar cambios significativos que impacten positivamente a la sociedad. Porque la política no solo se construye en la representación a un determinado partido político, sino desde las calles, universidades, foros, medios digitales y seminarios, en donde esas ideas transformadoras, aporten al presente y futuro de nuestra comunidad. Por lo cual, como jóvenes debemos ser actores claves en la búsqueda de soluciones a los problemas que nos rodean, para que nuestros intereses y preocupaciones sean más escuchados en la actualidad.