Las redes sociales que utilizamos diariamente podrían estar más vacías de lo que pensamos. La Teoría del Internet Muerto sugiere que gran parte del contenido que vemos en línea está creado por máquinas para ser consumido por otras máquinas, formando un ecosistema digital donde la interacción humana genuina es cada vez más escasa.
Meta, la empresa propietaria de Facebook e Instagram, ha confirmado la implementación de miles de perfiles impulsados por inteligencia artificial en sus plataformas. Estos perfiles no solo existen, sino que generan y comparten contenido de forma automatizada. El contenido creado por IA se distribuye a través de una red de cuentas falsas, diseñadas para simular usuarios reales.
El ciclo continúa cuando estos contenidos reciben interacciones artificiales: ‘me gusta’, comentarios y compartidos generados por bots (programas automáticos). Estas interacciones falsas crean una ilusión de actividad y relevancia que no refleja el interés humano real. Sin embargo, las métricas infladas tienen consecuencias tangibles en el mundo real.
Las marcas y anunciantes basan sus decisiones de inversión publicitaria en estas estadísticas artificialmente infladas. Los gestores de marca, presionados por alcanzar objetivos de interacción, destinan presupuestos significativos a contenidos que, en realidad, podrían estar siendo vistos principalmente por otras máquinas. Este ciclo perpetúa un sistema donde el valor se mide en métricas vacías en lugar de conexiones humanas significativas.
La automatización del contenido y las interacciones plantea preguntas fundamentales sobre la autenticidad de nuestras experiencias en línea. Cuando deslizamos la pantalla por nuestro muro de contenido, ¿cuánto de lo que vemos está realmente creado por humanos?
La teoría sugiere que nos estamos moviendo hacia un internet donde los humanos son cada vez más espectadores de un sistema automatizado que se autoperpetúa. Las plataformas sociales, diseñadas originalmente para conectar personas, están evolucionando hacia espacios donde las máquinas hablan con máquinas mientras los humanos observan desde los márgenes.
Este sistema automatizado también abre la puerta a prácticas cuestionables. El flujo de dinero real basado en interacciones falsas crea oportunidades para actividades ilícitas. Una empresa podría, teóricamente, utilizar este ecosistema de interacciones artificiales para justificar transacciones financieras que en realidad sirven para blanquear fondos ilícitos.
La Teoría del Internet Muerto no es solo una advertencia sobre la automatización, sino una llamada de atención sobre cómo estamos permitiendo que la tecnología redefina nuestras interacciones sociales, muchas veces sin ser plenamente conscientes de ello.