A veces, llega un momento en la vida en que sentimos el peso de lo que hemos recorrido sé que soy joven para decirlo, pero hoy, en medio de mi último semestre en la universidad, me siento algo cansada no es un agotamiento que me frene por completo, sino una sensación de que han sido muchos aprendizajes y emociones juntas, sin embargo, antes de detenerme demasiado en el cansancio, quiero compartir algo que me hizo pensar.
Hoy, mientras esperaba que comenzara una de mis clases, tuve la oportunidad de conversar con algunas compañeras de carrera me preguntaron cómo me sentía, dado que este es mi último semestre con una sonrisa y mi típico humor, les respondí que bien, aunque en realidad es más complejo les dije que el tiempo pasó rápidamente, pero que cada etapa fue un proceso distinto, con sus propios desafíos y recompensas las animé a amar la carrera y a aceptar todo lo que conlleva “los procesos son difíciles, pero no imposibles”, les dije, y al escucharme, noté cómo esas palabras resonaban en mí misma.
Recordé lo importante que es ser solidario, cómo hablar desde el amor puede cambiar una perspectiva, incluso cuando nos sentimos agotados a veces, ofrecer palabras de ánimo a otros tiene el poder de reconfortarnos también en esos momentos de apoyo, uno descubre que el camino no se trata solo de llegar, sino de acompañarnos los unos a los otros, de caminar juntos.
Mientras hablaba, recordaba todas esas veces en las que creí que no podría, y cómo aun así encontré la fuerza para continuar. Reflexioné sobre lo importante que es escuchar nuestro propio corazón, darnos a nosotros mismos la misma compasión que ofrecemos a los demás. Sí, estoy agotada, pero confío en que esto también es parte de mi aprendizaje.
Al final de la conversación, respiré profundamente y me dije: “Aquí vamos otra vez. Escucha a tu corazón y sigue adelante”la semana recién empieza, y sé que, a pesar del cansancio, cada paso me acerca un poco más a la persona que quiero ser.