El análisis de Yanis Varoufakis, ex ministro de Finanzas griego, sobre el tecnofeudalismo revela una transformación fundamental en nuestra estructura económica y social. El antiguo sistema capitalista no colapsó como Marx predijo, sino que mutó en algo potencialmente más invasivo, un sistema donde el “capital-nube” domina cada aspecto de nuestra existencia digital.

El capital-nube representa una nueva forma de poder económico que va más allá del capitalismo tradicional. Las plataformas digitales no son simples monopolios al estilo del siglo XX; representan feudos tecnológicos que han suplantado a los mercados tradicionales. Jeff Bezos y Elon Musk no son meros capitalistas acumulando riqueza, son “Oligarcas digitales” (Señores feudales digitales o Barones de la nube) que han establecido nuevas formas de extracción de valor. Para entenderlo, pensemos en cómo funciona una plataforma como Google: cada búsqueda, cada correo electrónico, cada documento que creamos no solo es un servicio que utilizamos, sino que genera datos que alimentan un sistema masivo de extracción de valor. No pagamos por usar estos servicios con dinero, sino con nuestros datos y comportamientos, que son mucho más valiosos.

Este nuevo sistema opera a través de lo que podemos llamar el “omni-sistema”,  una red interconectada de plataformas digitales que registra, analiza y monetiza cada aspecto de nuestra vida en línea. El “omni-sistema” no solo observa nuestro comportamiento; lo moldea activamente a través de algoritmos cada vez más sofisticados. Ya no solo predice lo que queremos; nos enseña qué debemos desear.

La transformación hacia el tecnofeudalismo se ha construido sobre la privatización de Internet, convirtiendo lo que comenzó como un espacio público de intercambio de información en feudos digitales controlados por corporaciones tecnológicas, respaldados por el flujo constante de dinero de los bancos centrales que, especialmente después de 2008, han financiado la expansión masiva de esta infraestructura digital.

El sistema tecnofeudal funciona de manera similar a cómo el antiguo sistema feudal dependía de la agricultura, necesita una base productiva tradicional (fábricas, tiendas, servicios) pero la diferencia es que ahora extrae valor adicional de manera automática a través de nuestras interacciones digitales. Por ejemplo, cuando usamos redes sociales o aplicaciones, no solo consumimos contenido, sino que generamos datos valiosos sobre nuestros hábitos, preferencias y conexiones. Este trabajo digital gratuito que realizamos constantemente es la nueva forma de creación de valor, algo sin precedentes en la historia económica.

La propuesta de Varoufakis de crear una billetera virtual del banco central con dividendos universales representa un intento de contrarrestar este poder. Sin embargo, enfrenta la férrea oposición de un sistema financiero tradicional que reconoce la amenaza a su control sobre las transacciones monetarias.

El tecnofeudalismo ha creado un sistema de control más sofisticado que cualquier forma anterior de poder económico. No necesita coerción física; opera a través de la seducción digital y la dependencia tecnológica. Cada clic, cada interacción, cada momento que pasamos en línea fortalece este sistema de dominación invisible.

La urgencia de comprender y abordar esta transformación no puede subestimarse. El tecnofeudalismo está reconfigurando no solo nuestra economía, sino la naturaleza misma de nuestras relaciones sociales y nuestra autonomía individual. La base de datos “omni-sistema” crece cada día, alimentada por nuestras interacciones digitales rutinarias, consolidando un poder que supera cualquier forma previa de control económico o social.

La pregunta crítica que enfrentamos no es si participamos en este sistema – todos lo hacemos inevitablemente – sino cómo podemos recuperar nuestra autonomía frente al capital-nube que se ha convertido en el nuevo soberano. El desafío no es solo económico o tecnológico; es fundamentalmente político y social, y requiere una comprensión profunda de cómo el tecnofeudalismo está transformando la esencia de nuestra sociedad.

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