El poder de proliferación que ha tenido la corrupción no terminara nunca de cuantificarse en todo el mundo, es un mal que se expande de múltiples maneras e impone retos para los gobiernos, fuerzas armadas y de seguridad, sindicatos, organizaciones deportivas, medios de comunicación o cualquier sector e institución respecto a la forma de enfrentar las acciones corruptas, las mismas que se dan cuando alguien en posición de poder utiliza su autoridad para obtener beneficios personales, como dinero, favores o influencia en lugar de hacer lo correcto o justo para los demás, personas que carecen de virtud y solo buscan poder y riquezas, tal y como lo describe Platón en su obra “La República”.

Este fenómeno social entendido desde la sociología requiere entender la dinámica de los lazos y relaciones que construimos cuando logramos organizarnos, se trata de un problema estructural que involucra a la sociedad que a normalizado esta conducta inmoral y abusiva, por lo que factores como la cultura, las estructuras de poder y las relaciones sociales son esenciales para el análisis sociológico, descartando la acción individual de unos cuantos corruptos, porque la corrupción no es cuestión solo de políticos también incluye cada acto corrupto que va desde los tramitadores en el registro civil que a cambio de dinero te dan un turno fácil, hasta el funcionario público que se deja corromper y vulnera la institucionalidad de un Estado de Derecho. En Ecuador cada vez queda en evidencia la debilidad de las instituciones donde la confianza en el gobierno, el poder judicial, el congreso y los partidos políticos, no sobrepasa el 25% según la corporación Latinobarómetro.

Es decir, la población no cree en los políticos, pero para algunos si realizan obras el fin justifica los medios, percepciones que se resumen a “si roban al menos que hagan algo” y cambiar esa forma de pensar requiere educación, en la medida que investiguemos y seamos autodidactas podremos romper los paradigmas equivocados. Como dijo el filósofo Antonio Escohotado en una entrevista para la Televisión Española en 2004: “un país no es rico porque tenga diamantes o petróleo. Un país es rico porque tiene educación. Educación significa que, aunque puedas robar, no robas”.

Aquí radica la importancia de invertir en educación, porque solo el conocimiento nos permitirá asumir el rol de veeduría y fiscalización en la actuación del gobierno y reclamar con fundamentos el cumplimiento de nuestros derechos, los mismos que son fruto de la lucha obrera no de la generosidad de los empresarios. En 2024 Noboa gasto más de 60 millones de dólares en una consulta popular, dinero que pudo ser destinado para las universidades e institutos públicos, mantenimiento de hospitales, abastecimiento de medicamentos, programas de alimentación escolar para reducir la desnutrición infantil, combatir la inseguridad, entre tantas otras necesidades, un despilfarro innecesario que solo pretendía instaurar el trabajo por horas. Es así como entre propuestas falsas, shows políticos, hostigamiento a la vicepresidenta, una deuda que supera los 90 millones de dólares al Servicio de Rentas Internas, Noboa pretende seguir en el poder al costo que sea. Lo preocupante es que existan personas justificando todas las mentiras que ha caracterizado a este gobierno bajo la excusa que un año no es suficiente para resolver los errores del pasado, cuando precisamente adoptar esa postura nos convierte en una población fácilmente manipulable, sin conciencia social y seguidores del populismo que mueve masas.

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