La maestra en la escuela me enseño la ley de la vida, ella solía decir: “nacer, crecer, reproducir y morir”; simplemente nos resumió el motivo del porque venimos a este mundo en pocas palabras. Luego en el colegio los profesores, al preguntarles ¿para qué hay que estudiar tanto? ellos me respondían: “necesitas tener un trabajo para ganar dinero y mantenerte”. Tratemos de dar una interpretación a este asunto del conformismo, que a muchos puede parecer una buena opción. Sí uno se resigna a llevar una vida en la que naces, creces, estudias para conseguir dinero, te casas, luego tienes hijos, pagas una hipoteca o la mensualidad del automóvil, y finalmente esperas la muerte; pues está bien pensado, eso es lo mejor para no meterse en problemas y llevar una vida feliz aunque mediocre. Sin embargo, algunos individuos nos cuestionamos esa -felicidad construida- y no nos conformamos con ser uno más de la manada.
Contradecir lo que la maestra nos enseñó en la escuela, es algo que puede llevarnos a meternos en problemas; aquellos que no quieren cumplir la ley de la vida, son mal vistos e incluso se les suele llamar “seres incompletos”. He conocido historias de gente que ha optado por no tener hijos, y suelen sufrir burlas o incluso calumnias. Tal es el caso de una amiga en donde el pastor de su iglesia, le busco una pareja para que se case y tenga descendencia; al final, ella optó por salirse de ese culto y dedicarse a hacer labor social en una ONG. En esta sociedad materialista muchos individuos, no todos por supuesto, se hacen médicos o abogados por conseguir un trabajo en el que se gane un buen salario. Y muchos que optan por carreras lucrativas, viven de por vida con la frustración de no haber sido escritores, artistas, filósofos, etc. El uruguayo José Mujica, en su conferencia de RIO+20 (2012) manifestó: “tenemos que revisar nuestra forma de vivir, el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad humana”.
Entonces ¿el destino humano es cumplir la ley de la vida? aunque algunos al parecer, se han tomado a pecho el reproducirse y es que en pleno siglo XXI, existen parejas que optan por tener 6 o más vástagos, algunos sosteniendo que: “son regalos de Dios y son bienvenidos”. No metan a Dios ni a los Dioses en las irresponsabilidades de los padres, pues ningún hijo viene con el pan bajo el brazo, la humanidad debe madurar y darse cuenta que tener descendientes no es un deporte, sino que debe ser un acto planificado. En conclusión, ser conformista es estar muerto en vida, comprendamos que no podemos medir el éxito de una persona en función del dinero que ha acumulado. Al final todos vamos a morir, es un hecho de los mortales, por tanto, tratemos de llevar una vida que nos deje satisfechos a nosotros mismos y de ser posible, dejar una huella positiva en el mundo.