Los cortes de luz no son un problema menor. Afectan no solo la calidad de vida de los ciudadanos, sino también la estabilidad económica, la educación, y hasta la seguridad pública. Escuelas han tenido que suspender clases, negocios han visto sus ingresos reducidos por la falta de electricidad, y hospitales han tenido ciertas complicaciones para mantener en funcionamiento equipos esenciales. En este contexto, el anuncio del presidente del fin de los cortes de energía en este mes de diciembre genera un aire de alivio, pero también la necesidad de cuestionar: ¿será esta una solución permanente o solo un paliativo temporal?
Ecuador ha enfrentado problemas recurrentes en el sector eléctrico, atribuidos a una combinación de factores: la falta de inversión en infraestructura, la creciente demanda de energía, la ineficiencia en la gestión y, recientemente, el impacto del cambio climático. Aunque es cierto que el actual gobierno heredó un sistema debilitado, la solución no puede quedarse en una simple promesa o en medidas que no estén enfocadas en dar una solución más a largo plazo.
Un sistema eléctrico robusto y confiable requiere inversiones sostenidas en generación, transmisión y distribución. También demanda transparencia en la gestión de recursos, políticas energéticas claras y un compromiso con la transición hacia fuentes de energía renovables. Si el anuncio del presidente no está respaldado por un plan estratégico a largo plazo, corremos el riesgo de que los cortes de luz reaparezcan, socavando la credibilidad de su administración.
Para muchos, los cortes de luz han sido una muestra palpable de la vulnerabilidad de nuestras instituciones y de nuestra dependencia de servicios básicos que deberían ser garantizados por el Estado. Si esta medida resulta ser temporal, el impacto psicológico y social será aún más devastador, alimentando la desconfianza hacia el gobierno y las instituciones públicas.
Sin embargo, este anuncio también puede marcar un punto de inflexión. Si el gobierno liderado por Noboa logra convertir esta promesa en una solución sostenible, no solo aliviará una de las principales preocupaciones de la población, sino que también podrá consolidar su imagen como un líder capaz de resolver problemas estructurales. Esto requerirá un enfoque integral que combine la modernización del sistema eléctrico con políticas energéticas orientadas al futuro, incluyendo la diversificación de fuentes y la reducción de nuestra dependencia de combustibles fósiles.
Esperamos que esta medida sea más que una solución temporal, especialmente en un país donde los problemas estructurales suelen ser trabajados con parches que no atacan las raíces del problema. Los ecuatorianos merecen un servicio eléctrico confiable y accesible, no solo durante la temporada navideña, sino en todas las etapas del año.