En los actuales momentos de revanchismo político que vive el país, los actores políticos de elección popular presidenciales y asambleístas se han convertido en dueños y señores de la interpretación de las normas constitucionales. En otro romance de la política, al no tener el respaldo popular con el voto inteligente de la ciudadanía y al sentirse derrotados anticipadamente, se inventan un sinnúmero de denuncias contra el presidente de turno, esto equivale, a la derrota más humillante nunca antes visto en la historia electoral del Ecuador.
Pues, es una oportunidad para llamar a una Asamblea Constituyente para Ecuador, misma que servirá para reconstruir la confianza en las instituciones estatales y fortalecer la democracia, la participación ciudadana y la justicia social. Sin embargo, su efectividad dependerá de la capacidad del país para superar los desafíos actuales y construir un consenso amplio.
Una asamblea constituyente es un organismo que se encarga de redactar o reformar la Constitución del 2008. En Ecuador, los poderes públicos convocan a la Asamblea Constituyente para que los electores designen a sus representantes.
La Asamblea Constituyente puede ser una oportunidad para: Reconstruir el contrato social entre el Estado y la sociedad, Reflejar la diversidad de la sociedad ecuatoriana, Promover la igualdad de derechos y oportunidades, Generar consensos, Promover el diálogo intersectorial.
Para presentar una propuesta de convocatoria a una Asamblea Constituyente, el gobernante de turno debe prepararla con los requisitos legales y/o justificando la razón imperiosa de una crisis política y social que vive el país.
La ciudadanía debe recobrar su confianza, y no seguir en espera del desarrollo económico y social, de participación y Unidad de la Nación. No es mi idea, ni la tuya sino de todos los que queremos una Patria digna, solidaria, soberana, libre y de paz. Es el nuevo Ecuador que queremos con una nueva Constitución sin amplios poderes, donde se respete la dignidad del ser humano y se mande a la cárcel a los corruptos y ladrones.
Nuestro Ecuador requiere de política públicas que consideren a la familia el núcleo de la sociedad ecuatoriana, el reconocimiento de la máxima Autoridad de Dios, en cuyo nombre se seguirá legislado como el Supremo Autor y legislador del Universo. Además, estén en condiciones de proveer los bienes y servicios que los ciudadanos exigen y que el Estado se obligue a datar.
Queremos una Constitución que respete los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Que, aquellos administradores de la justicia que actúen apegado a derecho sean ejemplo de las presente y futuras generaciones y, quienes tuercen la justicia, sean penalmente sancionados y encarcelados.
Queremos una Constitución de respeto al trabajador, desterrando la explotación del trabajador de parte de empresarios enemigos de la clase social y que paguen dignos salarios; y más que todo, respeten los derechos fundamentales de los ciudadanos/as, entre otros derechos.