Las festividades en la provincia de El Oro, como en muchas otras partes del Ecuador, están marcadas por tradiciones vibrantes donde la pirotecnia ocupa un lugar central. Desde celebraciones navideñas y de fin de año hasta eventos religiosos y cívicos, los fuegos artificiales son percibidos como símbolo de alegría y colorido. No obstante, detrás de esta práctica cultural persisten serios problemas que demandan acciones urgentes: riesgos para la salud pública, impactos ambientales y un aumento de accidentes, en especial en los sectores más vulnerables.
El mal uso de la pirotecnia y la falta de regulación efectiva han convertido una práctica festiva en un peligro latente. Año tras año, los hospitales y centros de salud de la provincia reportan múltiples casos de quemaduras graves, amputaciones y otras lesiones físicas relacionadas con la manipulación de artefactos pirotécnicos. Lamentablemente, los niños y adolescentes suelen ser las principales víctimas. Según estadísticas del Ministerio de Salud, las emergencias por quemaduras aumentan drásticamente en diciembre, lo cual refleja un preocupante descuido familiar y social.
Por otro lado, la comercialización ilegal de pirotecnia en mercados informales, muchas veces con productos de fabricación casera y sin garantías de seguridad, agudiza el problema. A pesar de la existencia de normativas, los controles son insuficientes, permitiendo que materiales explosivos lleguen con facilidad a manos inexpertas.
La pirotecnia no solo afecta a las personas. Los animales domésticos y silvestres sufren de manera silenciosa los efectos de los fuertes estallidos. Las mascotas, como perros y gatos, experimentan altos niveles de estrés y ansiedad, provocando huidas que en muchas ocasiones terminan en pérdidas o atropellamientos. La fauna silvestre, especialmente aves, altera sus patrones naturales de comportamiento, con efectos negativos en ecosistemas frágiles.
En la provincia, donde existen importantes reservas ecológicas y una biodiversidad valiosa, es imprescindible replantearse los efectos de esta práctica en el medio ambiente. Además, la contaminación del aire y residuos de pólvora generan impactos a corto y largo plazo que contribuyen al deterioro ambiental.
Combatir los riesgos del uso irresponsable de la pirotecnia no implica eliminar la tradición, sino modernizarla y regularla. Esto requiere una intervención decidida por parte de las autoridades locales, organizaciones civiles y la ciudadanía.
Los municipios, la Policía Nacional y el Cuerpo de Bomberos tienen el deber de fortalecer los controles y garantizar el cumplimiento de las normativas. La ciudadanía, por su parte, debe asumir su rol con conciencia, evitando el uso de fuegos artificiales ilegales y educando a las nuevas generaciones en prácticas seguras.