Desde 1990 hasta el 2024 se han perdido unos 129 millones de hectáreas de bosque, una superficie casi equivalente a la de Sudáfrica, según informa la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En forma comparativa este proceso de deforestación supone una pérdida de 23 hectáreas de bosque por minuto. Asimismo, según los datos de la FAO, cada año se degradan 12 millones de hectáreas de tierra.
La deforestación y la degradación de la tierra dañan la biodiversidad, perjudican los medios de vida e incrementan los riesgos derivados de los fenómenos meteorológicos extremos, lo cual aumenta en última instancia la pobreza y el hambre y, a veces, obliga a las comunidades locales a migrar.
La deforestación y la degradación de la tierra son problemas importantes, pero a menudo difíciles de detectar y seguir.
Sin duda, el cambio climático que año tras año crece en forma desproporcionada es el resultado de este agresivo proceso de deforestación.
En Ecuador este último año observamos como los cambios del clima ayudaron a generar voraces incendios, particularmente en el Austro, mismos que arrasaron con miles de hectáreas de bosques, flora y fauna.