Terminar la universidad es una de las metas más importantes en la vida de una persona, después de años de esfuerzo, desvelos y aprendizajes, llega el tan ansiado momento de la graduación. Para muchos, este acontecimiento es sinónimo de éxito y satisfacción, un logro que abre las puertas a nuevas oportunidades, sin embargo, no todos viven esta transición con la misma emoción; para algunos, el final de la universidad deja un vacío difícil de llenar.

La etapa universitaria no solo representa la adquisición de conocimientos, sino también una transformación personal y social, los estudiantes construyen relaciones profundas con sus compañeros, compartiendo alegrías, preocupaciones, fracasos y éxitos, hasta el punto de volverse amigos.

Cada día está marcado por la presencia de amigos, las conversaciones en trabajos grupales, las risas y peleas en horas libres, los eventos sociales y la adrenalina de como pasar los exámenes, pero, ¿qué pasa cuando de un momento a otro todo eso desaparece?

Para algunos, el cierre de este ciclo deja una sensación de desconexión y nostalgia, es como si el cuerpo y la mente, acostumbrados a esa dinámica, se resistieran a aceptarlo, la ausencia de los amigos con quienes se compartieron tantas experiencias, la falta de la rutina universitaria y la incertidumbre del futuro pueden generar un sentimiento de soledad o pérdida.

Aunque las aventuras que tuvieron estos jóvenes durante la etapa universitaria hayan terminado, no quiere decir que la puerta permanece cerrada, ya que estas no son las primeras ni las ultimas aventuras de los jóvenes elegidos, justo en el momento que lo deseen, dentro de su corazón encontrarán…supongo que ya lo saben.

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