El político está lleno de vergüenza, es una especie irritante en una sociedad tantas veces burlada por estos fenómenos aventureros de la política.

Ecuador ha tenido tras elecciones a muchos demagogos ridículos donde aquel que lo llamamos político siempre ha sido y será un tubo de ensayo de la corrupción y el robo. Los dueños de los movimientos y partidos políticos serán los maestros, y los candidatos son sus alumnos. Estos a su vez, se vuelven hábiles y torpes. El que llega a ser experto se encasilla como ignorante. Luego de ser campeón de la política, ha dejado la novatada.

Es por ello que muchos quieren el poder; con la Constitución del 2008, Ecuador seguirá siendo un país en proceso de la corrupción y el robo. Solo el voto inteligente de los ecuatorianos tiene la oportunidad de cambiar el rumbo y un mejor desarrollo de la Patria.

La Patria, nuestra Nación, sigue en la sombra del triunfo del político que constantemente engaña al pueblo ecuatoriano. Es una obsesión del poder, una polarización de desafíos para llegar al poder. No importa cuánto mienten. Solo quieren el poder.

En Ecuador se han repetido muchos procesos para llegar al poder, uno de ellos, la década de 2007-2017, donde el ex mandatario Rafael Correa Delgado, se involucró en casi todo asunto que generaba “interés para el país”, haya sido político, social, cultural, económico, religioso, deportivo, y hasta con organizaciones delictivas, sea en persona, o a través de su red social preferida Twitter.

Fue protagonista de gabinetes itinerantes y de unos 500 enlaces ciudadanos en todo el territorio ecuatoriano, conocido más como las “sabatinas”. Este folklor político del triunfo fue uno de los tantos engaños que ha sufrido Ecuador desde su inicio como República.

El engaño al pueblo ecuatoriano tiene su fin. Como toda muerte de caudillos políticos que se sirvieron de Ecuador y que hoy solo son historia de una gavilla de políticos corruptos, unos muertos, y otros prófugos de la justicia.

La demagogia siempre ha sido la forma más corrupta de la democracia en nuestro país. Simbólicamente, el termino demagogia se lo define “como guiar al pueblo”.           

La demagogia es un término que define el empleo de halagos, falsas promesas que son populares pero que no se cumplen y otros procedimientos similares para convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de la propia ambición política.

Desgraciadamente, la demagogia es una práctica habitual en la política que apela a los sentimientos y las emociones de la población para ganarse su apoyo a través de la retórica. El político usa la demagogia para incentivar las pasiones, los deseos o los miedos de la gente, con el único fin de conseguir el voto.

¿Les suenan estas frases? “No subiremos los impuestos”, “defendemos a los pobres”, “la sanidad y las pensiones son una línea roja que no se traspasará”, “si gobernamos, crearemos tres millones de puestos de trabajo”… Esta es la clase política demagoga.

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