El cantón Zapotillo se caracteriza por su clima cálido, la hospitalidad de su gente y la riqueza de su naturaleza. Este rincón del sur del Ecuador guarda un tesoro único que en el mundo: el florecimiento de los Guayacanes, un evento que cada enero transforma el paisaje del bosque seco en un mar amarillo, atrayendo a cientos de turistas nacionales y extranjeros.
Este 2025, las condiciones climáticas favorables permitieron que el florecimiento se mostrara en todo su esplendor, alcanzando su máxima intensidad. La ausencia de lluvias prolongadas y el equilibrio en las precipitaciones previas hicieron que el bosque seco de Zapotillo se convierta en un espectáculo natural.
Pero Zapotillo no es solo su bosque teñido de amarillo, también es tradición, gastronomía y comunidad, aspectos que cautivan a quienes llegan hasta aquí. Al adentrarse en el cantón, especialmente en las parroquias Mangahurco y Cazaderos, donde se concentra la mayor cantidad de árboles de guayacán, los visitantes son recibidos por un paisaje que parece sacado de un cuento. Las ramas desnudas de estos árboles se llenan de flores amarillas que contrastan con el cielo y el suelo árido.
El lugar está preparado para acoger a los turistas, ya que cuenta con zonas de camping que permiten pasar la noche, mientras el canto de los pájaros y el aroma de las flores completan la experiencia. Además, los famosos chivos que deambulan por los alrededores llaman la atención de los visitantes, convirtiéndose en un atractivo más de la zona.
Más allá del espectáculo natural, lo que marca la diferencia es la calidez de los zapotillanos. La amabilidad de sus habitantes, siempre dispuestos a recibir a los visitantes con una sonrisa y buenas recomendaciones, es uno de los aspectos más valorados.
Andrés Jaramillo, vendedor de jugo de caña, resume este sentimiento: “Aquí en Zapotillo tratamos a los turistas como en casa. Les ofrecemos lo mejor que tenemos, un jugo fresco de caña hasta recomendaciones de los mejores lugares para disfrutar del florecimiento”.
Este cantón seduce a los turistas a través de su gastronomía. El chivo al hueco es el plato estrella, conocido por su peculiar forma de preparación: la carne se cocina en un hueco en la tierra, cubierta con hojas y cocida lentamente con brasas, lo que le otorga un sabor único.
Martha Soto, propietaria de un restaurante local, comenta que el chivo al hueco es el plato que más les llama la atención a los turistas. Es algo que no se encuentra en otro lado y representa su tradición. “También ofrecemos seco de gallina criolla y cecina, que son igual de apetecidos”, detalló.
Bebidas como el jugo de caña y el agua de coco son infaltables en las mesas de los visitantes, quienes encuentran en estos sabores una forma de refrescarse del calor zapotillano.
Ana María Suárez, quien viajó desde Cuenca junto a su familia, relata: “No me imaginaba algo tan impresionante. El bosque seco transformado en amarillo es un espectáculo que vale la pena vivir al menos una vez en la vida.