La ciencia de la política ha sido degradada por los camisetazos políticos que han entrado a la oferta de un supuesto producto de mercado electoral.
Estos camisetazos han sido considerados como una vergüenza nacional donde el Código de la Democracia y el Reglamento no tiene alguna normativa para sancionar a quienes por falta de formación política se cambian de camiseta y pasan a recibir la “invitación” para participar en la contienda política electoral.
El camisetazo, término muy común en el fútbol para identificar a los jugadores que sin remordimiento pasan de un equipo a otro por recibir mejores propuestas económicas, fue adoptado también en el ámbito político cuando un político que llegó a un cargo de elección popular decide desafiliarse de la tienda política en la que militaba, o apoya un proyecto político opuesto a la ideología con cuyo discurso logró la victoria, a cambio de recompensas mezquinas. Como se ve, es una práctica común en la realidad ecuatoriana ya que el cálculo político gobierna las decisiones de nuestros políticos, cuando “el deber ser” es el servicio para mejorar las condiciones de vida de los mandantes.
Si bien parecería ser una jugada normal, es un duro golpe al sistema de partidos que es la base de las democracias representativas. En efecto, por esencia, las agrupaciones políticas tienen un núcleo que es su ideología, que no es más que el método para alcanzar el bien común y a partir del discurso que la rodea, captar a la militancia para que posteriormente trasciendan liderazgos con capacidad de representar a su colectivo.
Pero esto no ocurre en la realidad ya que los partidos y movimientos se han convertido en espacios de alquiler que realizan fichajes de personas sin conciencia electoral, sin importar que hayan desfilado por varios espacios sin una ideología clara, cuyos intereses personales pueden ser respondidos de una manera más cómoda en otro partido distinto.
Ejemplos de esto ya lo estamos viendo, donde asambleístas que llegaron al poder con un discurso progresista, ahora a viva voz señalan que apoyarán incondicionalmente la construcción de una agenda política de ideología opuesta. Es importante que se cambie esta forma de hacer política por lo que urge que estos bandazos ideológicos sean regulados en el Código de la Democracia para que nuestros políticos guarden coherencia entre sus ofrecimientos de campaña y su acción política.
Las alianzas entre la derecha, el centro y la izquierda en la designación de las nuevas autoridades, es el zafa rancho de los partidos que sirven de “vientres” de alquiler para ubicarse en el mapa político del país.
El antipolítico es todo acto contrario a la actividad política, fundamentándose contradictoriamente en la misma política; hablar mal de ella, desprestigiarla, escandalizarla y denigrarla con la finalidad de profundizar la fractura social existente en una democracia débil como la nuestra, tiene un resultado, y su nombre lo dice: “Ineficiencia de los políticos y de la política”. Lo que les permite cambiar la conciencia electoral por mejores días.