El triunfo de Donal Trump ha dado muchas lecciones a las organizaciones progresistas que están viviendo una inmensa “zona VIP” y muy sorprendidos se desbastan por el triunfo del republicado que no entienden ni tampoco comprenden por qué los norteamericanos le han dado el triunfo.

Lo cierto que la corriente progresista mantiene un “coágulo que impide que la sangre le llegue al cerebro”. Está por verse cual sería la solución de estas escasas élites progresistas que tratan de cambiar al mundo sin armonía social cuyo trauma delirante por lo pronto han bajado la patología política.    

El triunfo de Donal Trump lo ha convertido en una figura que garantiza el normal desarrollo en la democracia de los países como: Ecuador, El Salvador y Argentina, marcando un cambio de rumbo que se aleja de las corrientes progresistas predominantes en décadas pasadas. Por ejemplo, Ecuador no olvidará nunca el gobierno de las “manos limpias y corazones ardientes” que en vez de gobernar por el bien común de todos los ecuatorianos prefirió pactar con delincuentes. Es la razón de la crisis nacional.

 La democracia implica aceptar resultados electorales con los que no estás de acuerdo. Trump ha prometido erradicar el “wokismo” cuyas prácticas “progresistas” son aquellas que se oponen a la injusticia social o la discriminación, que se consideran doctrinas moralistas, perniciosas o insinceras. Esta postura de Donal Trump, quién se ha pronunciado en defensa de la dignidad de su país y de los países aliados, y más que todo, defiende los valores tradicionales con democracia segura.

En el caso de nuestro Ecuador, el ciudadano confía en la figura de Daniel Noboa, por ser un hombre joven y con ideas de refundar un Nuevo Ecuador, a punto de hacerlo. Esto se debe al hartazgo que siente la comunidad ecuatoriana por haber tenido políticos inhumanos que interpretaron que tenerlo más pobre al ecuatoriano así podrán seguir gobernando al país. El caso Metástasis que está en su fase de juzgamiento, es la muestra de la corrupción política y robo que ha sufrido Ecuador y, la víctima como siempre, es el pueblo ecuatoriano.

 La mentira hace que los políticos se alejen de su propio pueblo, y luego, después de perder las elecciones se arrinconan como verdaderos racistas, fascistas y homófobos. Solo quedan con el sufrimiento de perdedores practicando el eslogan la próxima es la vencida y mintiendo que la mejor opción sigue en camino (la derrota). Y la vida política del país al ¡carajo”. El triunfo de Trump, lejos de ser un coágulo transitorio, confirma que la izquierda globalista vive en una inmensa zona VIP mientras el resto del mundo lidia con problemas reales.    

Los triunfos de Donal Trump (EEUU), Nayib Bukele (El Salvador), Javier Milei (Argentina) y de Daniel Noboa (Ecuador), es el éxito de un liderazgo que refleja un creciente hartazgo de los ciudadanos hacia las políticas fracasadas de políticos corruptos y ladrones. Este es el reflejo de una madurez en la ciudadanía en general en un mundo en transformación.

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